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¿Cómo puede la iglesia construir puentes entre la Biblia y la comunidad educativa? Cada una de las iglesias locales no puede estar presente al completo en el campus universitario. Sin embargo, sí pueden hacerlo a través de los estudiantes cristianos que forman parte de ellas. 

 

Una de las ideas que más raíces ha echado en la universidad es que la fe tiene poco que ver con la razón, la historia o la lógica y, por tanto, no tiene cabida reflexionar sobre ella en la universidad. Sin embargo la fe, sea la que sea, moldea nuestra forma de explicar y ver el mundo. Nuestra cosmovisión tiene un impacto directo en el resto de ámbitos y relaciones de una persona. No hay práctica profesional amoral. Y la moral forma parte del ámbito de las creencias y la fe. Entonces, ¿por qué no reflexionar sobre la fe en la universidad?

 

Como iglesia, un primer desafío es devolver la reflexión sobre la fe a la esfera pública. Pero no solo queremos volver a hablar de fe sin privaciones. Soñamos con ver muchas Biblias abiertas y con tener muchas conversaciones sobre su protagonista principal. Recordar que Dios ha hablado y lo ha hecho a través de Jesús nos impulsa a convertirnos en puentes entre la Biblia y la universidad, convencidos de que el Dios que vive y sigue hablando, la usa eficazmente para transformar lo más profundo del ser humano.

 

No solo queremos volver a hablar de fe sin privaciones. Soñamos con ver muchas Biblias abiertas y con tener muchas conversaciones sobre su protagonista principal. Recordar que Dios ha hablado y lo ha hecho a través de Jesús nos impulsa a convertirnos en puentes entre la Biblia y la universidad.

 

La gran pregunta es, ¿cómo puede la iglesia construir puentes entre la Biblia y la comunidad educativa? ¿Cómo puede mostrar la belleza, el poder y la verdad del evangelio? ¿Cómo puede la iglesia ser un agente de transformación en la universidad? Necesitamos que esas preguntas inspiren nuestras oraciones.

 

Es evidente que cada una de las iglesias locales no puede estar presente al completo en el campus universitario. Sin embargo, sí pueden hacerlo a través de los estudiantes cristianos que forman parte de ellas. Un estudiante pasa unas 8 horas diarias en la universidad, con sus compañeros, amigos y profesores. Eso supone cerca de 1500 horas de influencia y oportunidades al año. Ahora bien, ¿qué pasaría si ese estudiante se encuentra con otros estudiantes cristianos en su campus, oran juntos por sus amigos, se interesan genuinamente por ellos, se esfuerzan por conocer qué cosas les preocupan y exploran qué preguntas y barreras tienen en cuanto a Dios? ¿Qué pasaría si se animan unos a otros, comparten, reflexionan y buscan qué respuestas ofrece la Biblia a los intereses de sus amigos y crean oportunidades para invitarles a leer la Biblia con ellos, y a comentar juntos esas respuestas? ¿Cómo podría usar todo eso el Señor?

GBU existe para hacer de soporte y canal para todos los estudiantes que quieren sumarse a la misión de Dios en la universidad. Es una oportunidad para que los estudiantes puedan ser iglesia cada día y, de esa forma, ser el brazo misionero de las iglesias locales de las que son parte en la universidad.

Para crecer en la misión en la universidad necesitamos que la iglesia reconozca que los estudiantes de sus congregaciones son los misioneros que el Señor está proveyendo. Es necesario que la iglesia ore por ellos; les afirme en la idea de que son discípulos a tiempo completo en medio de las demandas del día a día; los capacite y los envíe.

Aunque, siendo honestos, a veces como iglesias locales nos vemos limitados en la tarea de equipar y capacitar a nuestros estudiantes para la misión en la universidad. GBU no solo actúa como el brazo de la iglesia local sino que le sirve, al acompañar y equipar a los estudiantes que esta envía.

Con solo 18 años los estudiantes se convierten en actores principales de la misión. Aprenden a identificar la cosmovisión que hay detrás de lo que están estudiando, a reflexionar bíblicamente sobre temas relacionados con sus estudios, a trabajar en equipo, a organizar, a delegar, a buscar la dirección del Señor, a vivir por fe. Experimentan la provisión de Dios cuando organizan jornadas o cenas. Se cuidan unos a otros. Crecen en oración. Maduran. Aprenden a ser intencionales, a participar y dirigir estudios bíblicos. Son valientes e invitan a sus amigos. Se asoman a la ventana y admiran cómo Dios sigue derritiendo corazones y transformando vidas. Se apasionan con ese Dios que sigue buscando a las personas. Su comprensión de Él y de la misión se expande. Y después, todo lo que Dios ha trabajado en ellos durante el tiempo en la universidad lo usará para bendecir y hacer crecer su iglesia. Porque al final todo y todos somos de Él y para Él.

 

 

Por Ruth Lorente, asesora GBU.

Este artículo está extraído del Informe Anual 2020 en el que el tema general del informe es Fortalecidos con la iglesia.