A principios de octubre comenzó la segunda promoción de Proclama, una iniciativa de Pontea y GBU para animar y formar a estudiantes y recién graduados en la proclamación pública del evangelio en el contexto universitario. En esta edición están participando estudiantes procedentes de A Coruña, León, Málaga, Barcelona, Pontevedra, Murcia, Sevilla y Tarragona. Les pedimos a Andy Wickham, director de Pontea, y a Elizabeth Clark, que nos expliquen más sobre Proclama.
¿Por qué nace Proclama y cuál es su objetivo?
Proclama nace de la necesidad de actualizar el área de la proclamación pública del evangelio en el contexto universitario español. Hace unos años el modelo que más se utilizaba era de conferencia que conectaba un tema académico o cultural con el evangelio. Aunque sigue siendo un formato útil y necesario, por otro lado podíamos ver que nos estábamos quedando cortos en cuanto a explicación del evangelio, el diálogo real con los estudiantes, y la oportunidad de lanzar una invitación directa. También estábamos viendo que el modelo académico podía fomentar que el estudiante cristiano fuera un mero espectador o como mucho, un organizador de la actividad. Este modelo transmitía al estudiante la idea de que solo los «profesionales» o «expertos» pueden proclamar el evangelio públicamente en un contexto universitario. Proclama nace de la necesidad de corregir esa idea, por un lado, y a la vez proclamar el evangelio de forma clara, directa, y contextualizada para los universitarios. El objetivo principal es animar y formar a estudiantes y recién graduados en la proclamación pública del evangelio en el contexto universitario.
¿Qué motiva a los estudiantes a formarse a través de este programa?
La expectativa es doble: por un lado formarse para entender mejor su fe cristiana en el siglo XXI y en segundo lugar aprender a comunicar la fe cristiana en el contexto universitario de una forma más relevante e informada y saber responder las preguntas que el contexto universitario les lanza.
¿Podríais hablarnos un poco sobre el programa, número de estudiantes que hay en cada curso de Proclama, que materias se tratan y un poco las dinámicas del curso?
Ahora mismo hay ocho estudiantes matriculados, y el ciclo pasado también fueron ocho. Pensamos que al ser pocos se potencia la formación y el trabajo práctico que hacemos con cada alumno, y la relación y las amistades se consolidan mucho a lo largo de los dos años.
Los estudiantes se comprometen a tres fines de semana largos de formación en Madrid, a leer y reseñar una lista libros, y a hacer el curso online de Instituto Pontea, entre otras cosas. Preparan y practican charlas con crítica constructiva en grupo, charlas que luego tienen la oportunidad de dar en jornadas universitarias por toda España, además de participar en un panel de “Interroga a un cristiano”. Asisten a varios encuentros sobre apologética y evangelización (en España y Europa), y tienen que realizar un vídeo de respuesta apologética al finalizar el curso. A lo largo del curso profundizamos en qué es el evangelio, cómo comunicarlo de manera relevante, cómo mejorar nuestro discurso, el llamado bíblico de la apologética, además de estudiar y hablar mucho sobre las grandes preguntas de la vida y las preguntas de nuestro contexto particular.
¿Cuáles son los principales obstáculos que os encontráis en los campus a la hora de proclamar el evangelio?
Nosotros mismos somos el principal obstáculo; nuestro miedo. Pensamos que está prohibido hablar de Dios en público o que a nadie le interesa. Sin embargo, la realidad es muy distinta.
Si tuviera que señalar impedimentos externos, se me ocurren dos:
Las universidades españolas, a diferencia de muchas europeas, no están construidas para fomentar la vida en comunidad de los universitarios. A menudo nos cuesta encontrar salas donde poder hablar de cualquier cosa. En parte es un problema de saturación de las aulas y de las instalaciones, pero en parte es porque no hay espacios comunes aparte de una cafetería.
Quizás otro obstáculo más preocupante es el de universidades que están cerradas al diálogo de ideas, sean cuales sean. A día de hoy nos seguimos encontrando con catedráticos y decanos que se niegan a abrir las puertas a una asociación universitaria para hablar de las grandes preguntas de la vida desde una cosmovisión cristiana porque piensan que esas ideas solo pertenecen al mundo religioso. Nos hemos encontrado con decanos de universidades cuyo campo es las humanidades y con enormes prejuicios hacia la Biblia, aún confesando no haberla leído o con cierto sentido de la justicia al censurar estas actividades, ya que la Iglesia censuró en el pasado. Creo que estos son signos de cómo el espíritu de la democracia no ha calado todavía en ciertos sectores de la sociedad. A la censura no se le responde con censura ni a la imposición con imposición, aunque así haya sido en el pasado. Necesitamos universidades que no tengan miedo a las ideas ni a buscar la verdad, sea donde sea que nos lleve. Los prejuicios son siempre un obstáculo para la verdad.
Sin embargo, también puedo señalar que en la mayoría de las universidades nos encontramos con puertas abiertas y lo más importante, un buen número de estudiantes que quieren dialogar sobre estos temas y que asisten a las actividades.
¿Por qué creéis que habitualmente, a los cristianos evangélicos, nos resulta difícil compartir nuestra fe con otros?
Lo más fundamental es que no somos conscientes de la respuesta tan contundente, real y relevante que es el evangelio a los problemas de nuestra sociedad y del individuo. No vemos la conexión. Hemos perdido el asombro de la maravilla del evangelio. Hemos aceptado, casi sin rechistar, la privatización de nuestra fe, impuesta por la sociedad.
¿Cómo valoras la disposición de los estudiantes no creyentes en la universidad cuando se les invita a hablar sobre Jesús?
Por todas partes veo personas que tienen una gran necesidad de Dios. En todas las actividades en las que estoy involucrado, en las que hablo, veo personas que están buscando la verdad, que están sedientas de respuestas y que no están satisfechas en un mundo sin Dios. Hay “sutiles” pistas de esta sed, por ejemplo, cuando alguien te dice, “Gracias. Llevo años queriendo hablar de Dios con alguien y sin tener la oportunidad de hacerlo hasta ahora”. Este año he visto a tres estudiantes abrazar la fe cristiana tras asistir a charlas como ¿Por qué permite Dios el sufrimiento?, ¿Ha enterrado la ciencia a Dios? o ¿Es la resurrección un invento? y participar en coloquios como Uncover. Son personas de todo tipo de trasfondo: ateo, agnóstico, religioso.
¿Cómo podemos orar por vosotros?
Orad que podamos proclamar a Jesús con osadía, que Dios quite nuestro temor. Que Dios abra más puertas en la universidad. Que los estudiantes de Proclama puedan crecer rápida y profundamente. Que los que ya se han graduado del programa encuentren el lugar y la situación idónea para seguir proclamando el evangelio o seguir formándose. Que veamos más jornadas universitarias en España. Orad por Portugal, que está a punto de lanzarse a la aventura de las jornadas universitarias y nos pide que ayudemos. Orad por países como Italia, toda la zona de habla-alemana (DACH), Dinamarca y Países Bajos, que quieren empezar Proclama el año que viene. Es formidable ver lo que Dios está haciendo en todo el contexto universitario europeo. Dios está levantando una generación de jóvenes apasionados por proclamar las buenas nuevas de Jesús, y nos da mucha esperanza para España y para Europa. Y orad por nosotros a medida que coordinamos, enseñamos, animamos y participamos en la formación de la generación actual y la siguiente.
Muchas gracias por compartir todo esto con nosotros. Estaremos orando.