El libro de Josué comienza desvelando cómo vivir bien, cómo acabar bien y cómo llevar adelante lo que el Señor nos pide, por muy grande y difícil que nos pueda parecer. Nada más morir Moisés, Dios llama a Josué a asumir el liderazgo del pueblo de Israel. En el siguiente versículo, Dios le da una serie de pautas que deben acompañarle toda su vida:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Josué 1:8
Primero, debe desarrollar una relación profunda y constante con la Palabra (día y noche). Josué era un hombre extremadamente ocupado, con muchas responsabilidades, que tuvo que enfrentar verdaderas batallas, pero así todo, el mandato de Dios es claro: No hay un solo momento en su vida, en el que el libro de Dios no esté presente.
Segundo, debe poner en práctica la Palabra (guardar y hacer).
Josué no solo debe aprender e interiorizar la Palabra, sino que no hay ninguna decisión ni acción que deba tomar en el que el libro de Dios no lleve las riendas.
Y tercero, la obediencia incondicional a la Palabra garantiza prosperidad y éxito.
Josué sabe que la única forma para que los planes de Dios se cumplan es sujetándose a Su voluntad. La misión de Dios debe hacerse a la forma de Dios. Es la única forma en la que una misión imposible será cumplida.
Hoy, para llevar adelante la misión que Dios nos ha confiado entre estudiantes y profesionales, no existe ninguna alternativa ni plan B mejor. De forma continua, debemos enfocarnos y enraizarnos en la Palabra de Dios. Esta debe ser central en nuestras vidas y en la de nuestros grupos.