Poner a los estudios en el lugar adecuado nos da tranquilidad y nos permite buscar la excelencia de una forma sana.
Jesúa López Máñez ocupó el primer puesto en matemáticas del ranking nacional 2020 elaborado por la Sociedad Española de Excelencia Académica (SEDEA), que destaca los mejores graduados de España en cada disciplina.
Jesúa, en su etapa universitaria, participó de manera activa en el grupo de GBU en Valencia y quisimos hablar con él sobre su experiencia en la universidad, los retos y lo que supuso para él seguir a Jesús a la hora de afrontar sus estudios.
¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de tu experiencia universitaria?
La vida universitaria me ofreció muchas experiencias geniales. Destacaría entre todas ellas las personas y una nueva perspectiva del mundo. Por un lado, en la universidad he podido conocer a muchas personas especiales, con gustos e intereses muy diferentes, que me han aportado mucho a nivel personal. Por otro lado, la experiencia universitaria me ha ayudado a ver el mundo de una manera más completa de lo que lo hacía antes. Sin embargo, no todo fue tan bueno, recuerdo momentos de estrés por no poder hacer todo lo que entonces consideraba que debía hacer, o momentos de incertidumbre al no saber qué traería el futuro.
¿Cuáles son los mayores retos que te encontraste en la universidad?
A nivel académico encontré un reto mucho mayor del que me ofrecía el instituto, claro está. En el grado tuve que desarrollar algunas habilidades que antes no había trabajado, lo que fue retador a la vez que divertido. De cualquier manera, diría que el mayor reto al que me tuve que enfrentar fue el de conocerme a mí mismo, y conocer cuál era mi propósito en la universidad. Durante estos años pude salir de mi zona de confort para saber mejor quién soy y qué es lo que el Señor espera de mí. Por desgracia, me temo que, pese haber avanzado en este aspecto, me queda un largo camino por delante, con lo que la emoción continúa.
¿Qué diferencia ha supuesto para ti ser cristiano a la hora de afrontar tus estudios?
Una de las principales diferencias ha sido la tranquilidad respecto a los resultados. Siendo una persona a la que le encanta superarse, la tranquilidad de saber que mi identidad no está en esa nota ha sido fundamental. Claro está que los resultados en la carrera no me definen, sin embargo, cuando estaba estudiando era fácil confundirse en determinados momentos. Tener esto en mente fue clave para seguir disfrutando de lo que hacía.
¿Qué te ha aportado tu participación en GBU en este tiempo?
Participar en GBU fue una muy buena experiencia para mí. Al venir de una iglesia pequeña era difícil encontrar personas con una situación similar a la mía. Por este motivo, me animaron a formar parte de GBU y a implicarme en la universidad, con lo que desde el primer momento tuve claro que quería ser parte de GBU. De esta manera, GBU me ofreció la oportunidad de compartir muchas emociones y experiencias con gente cristiana que se encontraba en la misma situación que yo, pudiendo crecer juntos. Por otro lado, me sirvió para aprender mucho de manera práctica. Considero que GBU fue un lugar donde pude crecer tanto a nivel personal como espiritual.
¿Alguna recomendación para estudiantes cristianos que buscan la excelencia en su tiempo en la universidad?
La verdad es que no es fácil dar un consejo, la situación de cada uno de nosotros es diferente y, por desgracia, no hay un truco mágico para alcanzar la excelencia. Claro está que no puede faltar el esfuerzo y la dedicación, y si puede añadirse un poco de pasión pues ya sería genial. Sin embargo, si tengo que dar alguna recomendación sería que no descuiden el resto de áreas de su vida. Poner a los estudios en el lugar adecuado nos da esa tranquilidad y nos permite buscar la excelencia de una forma sana.