el corazon de ezequiel

 

 

¡Te haré inquebrantable como el diamante, inconmovible como la roca! No les tengas miedo ni te asustes, por más que sean un pueblo rebelde. Luego me dijo: «Hijo de hombre, escucha bien todo lo que voy a decirte, y atesóralo en tu corazón».

Ez. 3:9-10

 

Más allá de ser el perfecto órgano de impulso y recogida de la sangre, el corazón es el primer órgano en ponerse a trabajar durante el desarrollo del embrión humano y ya no deja de hacerlo hasta el final de la vida. Su función es latir sin parar. Hasta tal punto, que el músculo cardíaco puede hacerlo incluso de forma espontánea, fuera del cuerpo, tan solo cuando recibe el riego suficiente. Los cirujanos cardiovasculares que hacen trasplantes de corazón no dejan de maravillarse de cómo un músculo frio e inerte que les traen en una nevera con hielo, se pone a latir de forma espontánea, apenas recibe los primeros volúmenes de sangre de una máquina de circulación extracorpórea.

 

¿Qué tiene que ver ese órgano, puro músculo de perfecto diseño y funcionamiento con el lugar donde las personas albergamos nuestros deseos y sentimientos más profundos?

 

En realidad, parece que se ha asociado la esencia del ser humano con el corazón por pura poesía. Pero una descarga emocional muy fuerte, puede provocar en nuestro músculo cardíaco unos cuadros patológicos y unos fuertes dolores que, cada vez con mayor certeza, se relacionan con la generación de sustancias bioquímicas que alteran su forma y funcionamiento de forma grave en algunos casos. El número de infartos de miocardio aumenta después de catástrofes naturales, y en situaciones que generan mucha tensión como partidos de fútbol, donde pueden producirse infartos. Hasta tal punto se relacionan las emociones con el órgano cardíaco que hay evidencias de tratamientos en psiquiatría con fármacos anti-estrés, que mejoran de forma notable arritmias graves y otras patologías cardíacas.

 

Así que no cabe duda que el corazón ocupa un lugar central en la vida de cada uno. Sin su impulso, no sobreviviremos. Con su fuerza, todo el cuerpo recibe la sangre con alimento, oxígeno, combustible para la vida. Es su latido lo que se busca para descubrir si aún hay esperanza de vida tras un traumatismo o una grave enfermedad. La parada cardíaca es muy mal presagio para el futuro de la persona. Por el contrario, una aceleración de su ritmo no patológica, indica que hay mucha vida y capacidad para mantenerla sana, transmitirla, disfrutarla.

 

El corazón, es en la mayor parte de los casos, un símbolo distintivo de humanidad. Nos llamamos “corazón” cuando nos queremos mucho. Se nos rompe el corazón cuando algo nos causa profundo daño emocional, nos hunde el ánimo y produce mucha tristeza.

 

En el corazón nos cabe toda clase de contradicciones: amor, odio, alegría, melancolía, nostalgia, optimismo, voluntad, coraje, valentía, depresión. Es la esencia del ser humano. Quizá es el lugar donde Dios puso su imagen en las personas y el enemigo quiso conquistar, adueñarse de él.

 

El corazón, nos enseña la Palabra, cambia, se restaura con la presencia del Espíritu Santo en él. Es como un hogar, al que invitamos a pasar toda clase de huéspedes. Que decoramos a nuestro gusto y mantenemos limpio, sin averías y siempre preparado para recibir grandes invitados. O quizá lo tenemos oscuro, desordenado, con una decoración digamos, poco edificante, y poco ventilado.

 

 

Este texto de Ezequiel nos invita a atesorar la Palabra de Dios en nuestro corazón.

Hay muchos más textos en la Biblia con este mensaje, pero este es muy llamativo por tres razones:

 

1. No lo recomienda una persona a otra, sino el propio Autor, de quien es la Palabra. Verso 1.28.

El resplandor era semejante al del arco iris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia. Tal era el aspecto de la gloria del SEÑOR. Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que una voz me hablaba.

 

2. El Espíritu de Dios le habla y le va impulsando de aquí para allá, como si no pudiera oponerse y estuviese realmente gobernado por Él. El Autor toma la iniciativa para que Ezequiel escuche y coma. Versos 2.1-2

Esa voz me dijo: «Hijo de hombre, ponte en pie, que voy a hablarte». Mientras me hablaba, el Espíritu entró en mí, hizo que me pusiera de pie, y pude oír al que me hablaba.

 

3. El Autor pone nombre, da identidad al que va a escuchar. La forma de llamar a Ezequiel y de tratarlo nos recuerda a Jesús. La identidad está a menudo asociada a un propósito en la vida. Quien pone nombre puede ordenar también prioridades y encargar trabajos. Empezando por el nombre que Jesús escogió para sí, que coincide con el que Ezequiel es llamado por Dios: Hijo de hombre. En su casó eligió identificarse con él como con nosotros y se llamó a si mismo hijo del hombre, porque nació de mujer y se revistió de humanidad para poder morir. No podemos evitar asociar los acontecimientos a la vida de Jesús con lo que aquí se trata con Ezequiel. Versos 2.3-7

 

Me dijo: «Hijo de hombre, te voy a enviar a los israelitas. Es una nación rebelde que se ha sublevado contra mí. Ellos y sus antepasados se han rebelado contra mí hasta el día de hoy. Te estoy enviando a un pueblo obstinado y terco, al que deberás advertirle: “Así dice el SEÑOR omnipotente”. Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero al menos sabrán que entre ellos hay un profeta. Tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, por más que estés en medio de cardos y espinas, y vivas rodeado de escorpiones. No temas por lo que digan, ni te sientas atemorizado, porque son un pueblo obstinado. Tal vez te escuchen, tal vez no, pues son un pueblo rebelde; pero tú les proclamarás mis palabras.

 

La clave

el corazón de ezequielEntonces le da la clave para mantenerse en medio de las dificultades y del posible engaño: atesorar la Palabra en su corazón. Verso 3.9-10

Luego me dijo: «Hijo de hombre, escucha bien todo lo que voy a decirte, y atesóralo en tu corazón».

¿Cómo era el corazón de Ezequiel? O mejor: ¿Cómo tenía que ser? Lleno y dominado por su Palabra. Me pregunto hasta qué punto nuestros corazones están atesorando la Palabra del Señor, de manera que nos fortalezca para dar testimonio a otros y honrarle con vidas gobernadas por su Espíritu. Atesorar tiene que ver con poseer, admirar, recordar y cuidar.

En la medida que atesoramos su Palabra el Señor irá bendiciendo el ministerio de este Comité a los GBU en la proclamación del evangelio en nuestro medio: institutos, universidades y ámbito profesional.

 

 

 

Por Jorge Saguar, miembro del Comité Ejecutivo de GB Unidos.  Exposición para el encuentro del Comité Ejecutivo 2022.

 

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