Seguimos con nuestras serie de entrevistas a profesionales que hacen de su trabajo su lugar de misión. Hoy estamos con Jonathan Secanella que es coach y formador de empresas, especializado en Inteligencia emocional. Imparte, también, charlas y seminarios sobre IE fuera del ámbito de la empresa, buena parte de ellos enfocados en la educación emocional de los hijos/as.
¿Qué cosas te alegran y cuáles te entristecen en tu día a día?
Para entender el contexto de mis respuestas en relación a cómo vivo mi trabajo como lugar de misión me gustaría aclarar, en primer lugar, que mi trabajo lo ejerzo como formador de empresas, por tanto no tengo compañeros de trabajo como se suele entender comunmente. Mi trabajo se desarrolla de forma independiente en mi casa preparando materiales y posteriormente en las empresas donde voy a impartir mis cursos, que constan de entre una y cuatro clases e imparto a unos alumnos que conozco por primera vez y en pocas ocasiones vuelvo a ver.
En este sentido, los momentos más especiales para mí son cuando tengo la oportunidad de tener una buena conversación en algún tiempo de descanso entre clases, si bien siempre suelen ser cortos, lógicamente. También me alegra de un modo especial cuando en mis clases menciono algún principio bíblico (citando explícitamente la Biblia) y veo reacciones en sentido positivo (bien sea de asentimiento o sorpresa) e incluso cuando en alguna ocasión, a raíz de esos comentarios, me preguntan sobre el tema de la fe en algunos de los momentos de descanso, como he comentado.
Me entristece, entre otras cuestiones, cuando tengo que medir mucho mis palabras a la hora de abordar ciertos temas que causan oposición social o sobre los que hay una predisposición a malinterpretar cualquier discurso sobre ellos. Normalmente son temas éticos que como creyentes tenemos muy claros pero que hoy son profundamente impopulares y que, especialmente cuando hay que abordarlos desde la palestra del profesor, hay que encontrar un difícil equilibrio entre manifestar la propia postura a la vez que guardar un auténtico respeto hacia los que piensan diferente.
¿Qué oportunidades y desafíos enfrentas en tu lugar de trabajo?
En mi trabajo de formador tengo la oportunidad de conocer cada mes a varias decenas de personas nuevas que asisten a mis cursos y seminarios, esto es una gran oportunidad en cuanto a la misión. Por otra parte, un gran desafío que tengo es el de aprovechar bien el tiempo (carpe diem). Aprovechar el tiempo, en mi caso yo lo entiendo como tener el discernimiento espiritual para saber cuándo hay que dar ese paso de modo proactivo con alguien -bien sea con un comentario, una pregunta, etc.- para abordar el tema de la fe, así como estar abierto a aprovechar cada puerta que se abre cuando alguien manifiesta interés de motu propio.
También es un desafío para mí el tener sabiduría para saber cómo dejar esas “banderitas de la fe” durante mis clases, especialmente el modo en el que cito textos de la Biblia o hago comentarios en relación a la fe y su importancia para la vida de las personas.
¿Qué sientes que Dios está haciendo allí?
El modo en que yo veo, lo que Dios está haciendo es usándome para dejar pequeñas semillas que él hará que germinen cuando sea el momento. Hace años, en mi etapa de estudiante y miembro de los Grupos Bíblicos Universitarios, aprendí que todos tenemos una historia de salvación que podríamos simbolizar como una cadena con muchos eslabones. Cada eslabón es una experiencia que la persona ha tenido, directa o indirecta, con el evangelio. Todos los eslabones forman parte de esa cadena hasta que al final el Señor utiliza a una persona o experiencia determinada para poner el último eslabón que es cuando la persona cae rendida a los pies de Cristo. Desde entonces veo todo lo que hago en mi entorno de influencia personal como potenciales eslabones en la historia de salvación de los que me rodean. Esto me anima, me motiva a seguir y me ayuda a descargar el peso del resultado en el Señor.
Desde entonces veo todo lo que hago en mi entorno de influencia personal como potenciales eslabones en la historia de salvación de los que me rodean.
¿Cómo podemos orar por ti?
Me gustaría que orarais por mí por discernimiento para reconocer la voz de Dios guiándome en cada conversación, por sabiduría para manifestar en mis clases, de forma directa, correcta y oportuna, cuál es mi fe y mis valores, sustentados en el evangelio de Jesucristo, y por sabiduría para saber plasmar en estas clases lo que los principios de vida contenidos en la Palabra de Dios aportan de beneficioso para el ser humano, independientemente de su cultura o creencias.